Un año después aún me pregunto si pude aprovechar mucho más aquella experiencia tan grande de la de representar la obra de Alejandro Casona bajo la dirección y las ideas de Diego, aprovechar lo que me enseñaban mis compañeros, los tiempos de ensayo, y todo aquello que me podrían haber aportado.
Recuerdo cada fallo, cada vez que hice algo mal, o que no di el máximo de mí misma. Cada vez que dejé que las circunstancias se colasen en la interpretación.
Pero la satisfacción de representar a Daniel hace que todo aquello mereciese la pena. Ójala pudiese volver a los andamios y el desorden a leer libros y comer fruta.
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